Siglo XVIII: Etapa de las fortificaciones, fundación de la ciudad de San Carlos de Ancud.
El siglo XVIII traerá consigo variados intentos ingleses de ocupación de algunas islas, hecho que alarmó a la corona española, comenzando a evaluar el valor estratégico y la indefensión de algunas ciudades, las que determinarán a partir de la segunda mitad del siglo, un proceso de creciente ponderación, concretada tanto en una variada suerte de medidas administrativas, como desde luego, en su fortificación.
Entre las primeras medidas, encontramos la separación de la jurisdicción de Chile y anexión al Virreinato del Perú, efectuada por Real Despacho el 15 de Octubre de 1768.
En el siglo XVIII prosiguen las solicitudes de despoblamiento de la provincia, pero sólo de algunos espacios del territorio, esgrimiendo razones de pobreza, distancia y aislamiento, además del peligro y la inseguridad externa de la Rebelión India de 1712.
A pesar de las emigraciones de españoles, la población se incrementó sobre todo en el grupo mestizo que sumados a los indios, contabilizaban aproximadamente unos 10.000 habitantes a fines de siglo.
En la segunda mitad de este siglo, la Corona trata de conciliar el despoblamiento parcial con un mayor esfuerzo en la conservación de la provincia, hecho que se verifica desde 1768 con la fundación de San Carlos de Ancud, con la fortificación de la Boca del Canal de Chacao y con el cambio de dependencia de Chiloé.
Geopolítica y estratégicamente, Chiloé era la más remota provincia española ultramarina, al ser punto obligado de recalada de las embarcaciones que transitan a través del Estrecho de Magallanes. Por lo anterior, es que los reyes de España aseguraron un punto seguro de recalada para sus naves. Al verificar que ni Chacao, Calbuco, ni Castro, cumplían las condiciones de ser puertos comerciales y militares a la vez, se le encomendó Carlos Beranguer fundar la población de San Carlos, hoy Ancud. Situación que se definió con una real orden de 20 de Agosto de 1767, la cual mandaba ocupar definitivamente aquel puesto y fortificarlo. Para que esta empresa no sufriera retrasos, el Virrey del Perú, procedió a trasladar a los habitantes de Chacao (unos 50 soldados de caballería y sus respectivas familias) a la villa de Ancud el 20 de agosto de 1768.
En los lineamientos planimétricos la traza, debía ofrecerse una disposición simétrica, dividiendo en seudos sectores el estamento militar del civil. Los militares vivían a una distancia de 250 varas del fuerte para facilitar su función en caso de emergencia, en tanto el resto de los vecinos ocupa una llanura que está sólo dividida por un arroyo cercano al mar y contiguo a dos caletas para su tráfico y comercio. Las casas eran en general ocupadas entre noviembre y abril, en el invierno volvían a sus estancias, chozas o a Castro. En la práctica, la traza ortogonal deseada por el fundador se adaptó a la irregularidad del terreno, abandonando la clásica cuadrícula.
En 1787 se construye el Camino de Caicumeo, el cual une Ancud y Castro, siendo el primer intento por ocupar el interior de la isla; se concreta también una de las más importantes medidas estratégicas, la construcción del Camino Real, en 1787, entre las plazas de Valdivia y Chiloé, primeros puertos con los que se encuentra el enemigo luego de doblado el Cabo de Hornos. Esta medida, sirvió para el abastecimiento de ambos lugares a través del poblado de Osorno, el que actuaba como nexo.
Las rigurosas condiciones de clima insular, al igual que la endémica pobreza del territorio fueron en ese momento graves obstáculos para el definitivo poblamiento de Chiloé.
El fuerte Real de San Carlos, se convirtió en un Sistema Articulado de Defensa que se materializó durante el final del siglo XVIII y principios del XIX. El sistema, estaba además constituido por la defensa del Canal de Chacao y el puerto interior de Castro.
El conjunto principal estuvo constituido por el puerto de San Carlos con puestos repartidos en un amplio radio de costas y territorios intermedios, estos son:
- Fuerte Real (fuerte fundacional de la ciudad de Ancud),
- Agüi (S. XVIII, emplazada en el ángulo nororiente de la Península de Lacuy),
- Batería Barcacura (S. XVIII, emplazada para la defensa del surgidero en el extremo sureste de la Punta de Lacuy),
- Poquillihue (construida entre 1779-1781),
- El Muelle (1779, ubicada en la parte sureste de la caleta desembarcadero del poblado), Campo Santo (S. XVIII),
- Fuerte San Antonio (construido en 1820, ubicada frente al Fuerte Agüi),
- Batería La Corona (S. XVIII, ubicada en el extremo noreste de la Península de Lacuy),
- Chaicura (S. XVIII) y
- Batería Punta Teque (cercana al fuerte Real).
Este conjunto, proyectado como un perfecto mecanismo defensivo, tenía sin embargo graves limitaciones, como es el caso de la ubicación del surgidero. Sin embargo, la mayor defensa del conjunto resultaba ser el clima, las corrientes y los obstáculos naturales.
En el contexto general, Chiloé distaba mucho de ser una zona de tránsito, como son normalmente los territorios continentales, ni tampoco una región terminal donde concluyen las oleadas migratorias, por el contrario, se constituyó en un enclave y frontera cerrada, territorio rodeado de pueblos, cuya vida se desenvolvía hacia el interior, en un proceso de continuos intercambios con la población india.
Económicamente Ancud y Chiloé, en general, fueron un verdadero feudo que explotaron los comerciantes de Lima y las primeras autoridades coloniales que gobernaron la provincia. El intercambio de productos como maderas, ponchos, jamones, pescado, mariscos, etc., que se efectuaba en el puerto de Ancud, se convertía en un comercio leonino, producto de un monopolio donde el isleño no podía equilibrar sus gastos con sus ingresos.
Los productos de primera necesidad llegados del Perú, eran cotizados a precios muy altos en proporción al cambio con los productos del archipiélago. Esta situación provocaba que los isleños emigraran temporalmente a otras localidades (Antofagasta, Valparaíso, Valdivia, Magallanes y Argentina), perjudicando la economía doméstica y pública.
El siglo XVIII es de gran importancia, ya que marca otros criterios para el surgimiento de las ciudades, donde el paisaje y las condiciones naturales del lugar elegido eran determinantes. No eran ciudades de un sólo propósito, debían ser más integrales (defensivas y comerciales a la vez). De esta forma, San Carlos se constituyó por sus cualidades naturales en un importante puerto y circuito estratégico de defensa, comenzando los primeros indicios de ocupación de la Península de Lacuy, territorio donde se emplaza la Playa de Lechagua que tendrá una importancia histórica creciente (como fondeadero, puerto y playa).